miércoles, 25 de agosto de 2010

Los detectives salvajes (Reseña)

Novela que nos muestra a un conjunto de personajes que constituyen una particular clase de seres humanos, puede que incluso una raza; la de los poetas “perdidos”, destruidos por la desesperación. Esa desesperación que viene dada por vivir en un mundo donde la estupidez, la crueldad y, sobre todo, la banalidad es el pan nuestro de cada día. De hecho son seres a los que les duele el alma como afirma Fabio Ernesto Logiacomo en marzo de 1976.


Como reacción los diversos personajes buscan una salida a su desesperación; poesía, sexo y lucha política son los más frecuentes. Sin embargo, los más trágicos, persiguen utopías inalcanzables que les llevan a la marginación literaria y social, ya que para ser un miembro de la hermandad de los poetas verdaderos no se puede hacer concesiones al sistema. Citando las palabras de Luis Sebastían Rosado:


los real visceralistas no estaban en ninguno de los dos bandos, ni con los neopriístas ni con la otredad, ni con los neoestalisnistas ni con los exquisitos, ni con los que vivían del erario público ni con los que vivían de la Universidad, ni con los que vendían ni con los que compraban, ni con los que estaban en la tradición ni con los que convertían la ignorancia en arrogancia, ni con los blancos ni con los negros, ni con los latinoamericanistas ni con los cosmopolitistas.

Pero también, hay vías más modestas aunque no por ello menos frustrantes, como es el caso de Rosario, buscando a alguién a quien admirar y cuidar.


Con todo, el objetivo común a todos ellos es darle sentido a la vida.


Y es aquí donde llegamos a lo que probablemente es el meollo de la novela; porque la trágica verdad es que la vida es un sinsentido; una caída libre desde la inocencia y las grandes utopías de la juventud hasta estrellarnos con la derrota final y la muerte, pasando por el intento –esteril− de darle sentido a la vida a través del amor.


Pero, ahora que lo pienso, incluso hay algo todavía más trágico que vivir una vida sin sentido. Me refiero a ser consciente de ello, luchar de manera agónica por encontrar una solución aceptable, y finalmente aceptar que tal solución no existe; estamos condenados. Y en esta novela encontramos a varios personajes que tienen esta terrible lucidez; Norman Bolzman, Ulises Lima, Arturo Belano, intuyo que Cesarea Tinajero mucho antes que ellos...


Una última observación, todos estos seres enfermos de esa "lucidez agónica" terminan "suicidándose" de una manera u otra; Cesarea, que tras sus últimos y desesperados intentos como maestra y sindicalista, se recluye en un villorio perdido que en palabras de Juan García Madero:

...El pueblo de Villaviciosa es un pueblo de fantasmas. El pueblo de asesinos perdidos del norte de México...

Belano persigue a la muerte en África, Lima se sumerge en la marginación y quizás en la locura...